Tras una cerveza y un día fatal me echo a caminar, mochila al hombro y me echo a la calle. El calor es abrasador, pero casi que me da igual. Camino con mis tristes canciones, cuestión mi destino. Después de unas horas de vagar de aquí para allá mi mente se despeja…
Pienso que no me queda más opciones que seguir adelante, seguir tentando la suerte, que no me queda más que un viejo corazón a medio deshacer para dar como trofeo a la gente que tengo. Nunca se me dio bien hacer lo que no quiero… Qué remedio es esto de vivir…
Ya hablamos nené...
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