Todo era quietud en el parque
hasta que el viento, como un mensajero jadeante,
informó la llegada del tirano.
Fue entonces que las ramas hablaron agonizantes.
¿Recuerdas esa tormenta furiosa?
Con miedo, las flores desahuciadas ofrecían buqués
al oscuro gobernante;
las borlas de su corona eran meteoros
y, como brotes amenazados por la lluvia,
lloramos con zozobra al caer
ultrajados por la fría cuchilla de una espada invisible.
Nuestros miembros mutilados fueron arrastrados por la lluvia
pero no así nuestra sangre;
indeleble, se quedó en las paredes
como la goma silvestre en el tronco de los árboles.
Mbella Sonne Dipoko
Traducción de Emmanuel Caballero
sábado, 9 de octubre de 2010
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De nuevo, ¡pero nené!
ResponderEliminarMe encanta el último verso.
Muas